Vino blancos y tintos, diferencias en la fermentación

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Los vinos blancos y tintos son dos de los tipos de vino más populares y consumidos en todo el mundo. Son muchos los negocios de vinos artesanal que se han iniciado a lo largo de la historia. Por otro lado, aunque ambos se elaboran a partir de uvas, el proceso de fermentación que se utiliza para cada uno es diferente.

En este artículo, te ayudaremos a conocer las principales diferencias en la fermentación entre los vinos blancos y tintos. Así, podrás conocer las diferencias que afectan las características finales del vino.

Vinos blancos con fermentación en ausencia de hollejos

Por un lado, tenemos el proceso de elaboración de los vinos blancos. Para fabricar vinos blancos, es necesario recurrir a una fermentación sin la presencia de hollejos.

El hollejo es la materia sólida resultante el prensado de la uva, también se da en otros tipos de prensado como el de las aceitunas para fabricar aceite de oliva.

En este caso, tras la vendimia, las uvas se prensan para extraer el mosto, el cual se fermenta en tanques de acero inoxidable o barricas de roble a temperatura controlada.

Durante este proceso, las levaduras transforman los azúcares del mosto en alcohol y dióxido de carbono, creando vinos blancos con tonalidades que van desde el amarillo pálido hasta el dorado brillante.

Vinos tintos con fermentación con hollejos

En contraste, la fermentación de los vinos tintos se realiza con los hollejos presentes.

Por un lado, para los vinos tintos, tras la cosecha, las uvas se estrujan y se fermentan junto con los hollejos en tanques especiales. Durante este proceso, se lleva a cabo el remontado, que consiste en agitar el mosto para extraer color, taninos y aromas de los hollejos.

Esta técnica aporta a los vinos tintos su característico color rojo rubí o púrpura oscuro, así como su estructura y complejidad.

Diferencias en el color y el sabor

En lo relativo al color, los vinos blancos tienen un color claro, que puede variar desde un amarillo pálido hasta un dorado brillante, mientras que los vinos tintos tienen un color que va desde un rojo rubí hasta un púrpura oscuro.

En el caso de los vinos tintos, el color se debe a la extracción de los llamados pigmentos antocianos de los hollejos durante la fermentación. Cuanto más tiempo el mosto esté en contacto con los hollejos, más intenso será el color del vino tinto.

Otra característica que afecta y provoca por las diferencias en la fermentación entre los vinos blancos y tintos es el sabor y el cuerpo.

Los expertos enólogos clasifican los vinos blancos tienden a ser más ligeros y frescos, con notas de frutas cítricas, flores, hierbas y minerales. Mientras tanto, los vinos tintos, por otro lado, suelen ser más robustos y complejos, con notas de frutas rojas, negras y bayas, especias, chocolate y vainilla.

Además, los vinos tintos tienen un cuerpo más lleno y una estructura más pronunciada debido a la presencia de taninos. Los taninos, que se extraen de los hollejos, semillas y tallos de la uva, proporcionan astringencia y contribuyen a la longevidad del vino.

Diferencias con el envejecimiento

El proceso de envejecimiento, como parte complementaria del proceso de fermentación, también varía entre los vinos blancos y tintos.

Los vinos blancos se envejecen generalmente en tanques de acero inoxidable o en barricas de roble por un período más corto, a menudo de 6 a 12 meses, para preservar su frescura y aromas primarios.

Los vinos tintos, por el contrario, se envejecen en barricas de roble por un período más largo, que puede variar de 12 a 24 meses o más dependiendo de la bodega. En concreto, el envejecimiento en barricas de roble ayuda a suavizar los taninos, a desarrollar aromas y sabores más complejos como de tipo avainillado, a especias, a madera, entre otros, y a mejorar la estructura del vino tinto.

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